lunes, 1 de febrero de 2010


Google nos espía


La República
31 de enero de 2010


Es la empresa más exitosa de internet de la última década, pero para sus detractores se ha convertido en “una potencia mundial sin control”. El libro “El engaño Google” –traducido recientemente al español– advierte de su creciente dominio en la presente y futura sociedad de la información.

Por Raúl Mendoza

Gracias a su buscador, el mejor equipado y más usado de internet, Google se ha convertido en el Tiranosaurio Rex del ciberespacio. Esta frase ingeniosa, acuñada por sus detractores, alude al gigantesco, aplastante y omnívoro poder que la empresa ha logrado a través de los servicios que ofrece. Hoy, de los aproximadamente 1,300 millones de internautas que hay en la red, más de la mitad utiliza Google para sus búsquedas. Pero su dadivosidad –según sus críticos– viene con trampa: es el mayor recopilador de datos de usuarios en el planeta y le da a esa información usos comerciales en los que pocos reparan.

El libro “El engaño Google” del periodista austriaco Gerald Reischl describe con detalle el dominio alcanzado por Google gracias a su hasta hoy insuperable motor de búsqueda. Este le ha dado un orden al caos y saturamiento del ciberespacio. Google, además, tiene aplicaciones que complementan lo que ofrece, como Google Earth, Google Maps, Gmail y otros. Todas con acceso gratuito. Precisamente esto explica el título de su libro: la empresa norteamericana “regala” sus muchos servicios sin cobrar, a cambio del acceso irrestricto a nuestra privacidad. En ese sentido, para Reischl, Google se aprovecha del usuario.

Google te googlea

A diferencia de Facebook, donde los usuarios introducen información personal conscientemente, Google recopila datos sin pedirnos permiso. Desde nuestra identidad hasta nuestros hábitos, intereses y proyecciones. “A partir de la dirección IP es posible averiguar la situación geográfica del internauta (…) y a partir de los clicks también se puede reconocer el navegador y el historial, es decir qué páginas ha visitado y qué marcadores ha fijado”, dice el libro. Reischl va más allá: señala que Google sabe a qué horas un navegante accede a determinadas páginas y asegura que prácticamente tiene un expediente de cada usuario con datos de todo tipo.

Este conocimiento se profundiza si por ejemplo uno tiene una cuenta de Gmail, el correo de Google. Así personalizan mejor al usuario. Además la empresa escanea todos los correos que entran o salen de la bandeja bajo el pretexto de contrarrestar los virus. Y si uno usa Google Docs o el disco duro GDrive, toda la información que el usuario guarda en estos, muchas veces muy íntima y confidencial, con seguridad pasa a los archivadores de datos de la empresa. Oficialmente el tiempo de almacenamiento de cada dato es de 18 meses, pero es poco probable que desaparezcan tras ese lapso.

Con la información recogida Google crea ‘perfiles del usuario’ y ha desarrollado un ‘sistema de recomendaciones’. Con este sistema envía información publicitaria personalizada, puede poner banners ‘de interés’ para el internauta y cobrar dinero a empresas que pagan porque su publicidad llega a su público objetivo. Acerca de su singular motor de búsqueda han surgido fundadas reticencias: sus detractores señalan que la empresa puede priorizar algunas páginas sobre otras y que justamente lo haría con portales de mucha publicidad. Google asegura que su motor de búsqueda decide –según un algoritmo– qué páginas aparecen tras una búsqueda.

Se estima que Google gana 17 mil millones de dólares anuales en publicidad. Su buscador no solo muestra los resultados de miles de páginas, también presenta ‘enlaces relacionados’, que terminan siendo publicidad indirecta. Cada click de un usuario en ellos le permite ganar dinero, en lo que se conoce como sistema Ad Word. Puede cobrar entre 1 y 90 dólares, según el anunciante.

Pongamos un ejemplo norteamericano. Los bufetes de abogados pagan por si alguien hace click sobre el enlace “mesotelioma”.

¿Por qué? Se trata de un cáncer provocado por el asbesto. Quien digite esta palabra en Google probablemente tenga este mal y el buscador lo llevará automáticamente a la página web de un bufete de abogados. Estos podrían ganar hasta un millón de dólares en un juicio contra alguna empresa, así que no les molesta pagar 90 dólares.

Pero si bien su buscador le ha permitido a Google hacerse de un banco de datos insuperable para enviar publicidad dirigida, no se conforma con eso. Hoy pretende incursionar en el mercado off-line con su sistema Ad Spots, con el cual hará publicidad multimedia en los medios de comunicación on-line, en la prensa, la radio y la televisión. La publicidad será igual que en la Red: adaptada al perfil de cada consumidor. Los publicistas ya empiezan a mirar con malos ojos al gigante: saben que allí donde incursiona, se impone. La información exclusiva –que tiene– es poder. Con esa impresionante base de datos Google es capaz de establecer cuál será el tipo de publicidad más exitosa en un determinado barrio o grupo de edificios.

Eso es a mediano plazo. Pero ya trabaja en ello. Su división Ad Spots tiene 1,000 empleados trabajando en el proyecto. Después incursionará en las vallas publicitarias. Y más adelante lo hará en la IPTV, la televisión que llegará a través del mismo cable de internet. Según su método, no brindarán una tanda publicitaria única para un país o región, sino una específica según zonas. “Con ello evita la dispersión del televidente porque, por ejemplo, un veinteañero a lo mejor no se interese por un anuncio de pañales, pero sí por uno de coches, y una mujer de 50 años, comprará antes un billete para un crucero que un automóvil”, dice Reischl en su libro.

Un paso clave del gigante ha sido ingresar al negocio de las telecomunicaciones. Tienen bajo la mira a los 3,300 millones de personas que hoy poseen un celular, la mitad de la población mundial. Pensando en ellos acaban de lanzar el Nexus One, un teléfono que funciona con su sistema operativo Android. También proyectan incursionar en los sistemas operativos, poner publicidad por SMS e incluso spots en la pantalla del teléfono. En el futuro podrían ofrecer un celular gratis, pagado por la publicidad. Pero hay más: son socios del proyecto de cable submarino Unity que asegura el ancho de banda para los próximos veinte años en Estados Unidos y otros países. Google actuará como proveedor de redes a compañías de telecomunicaciones e internet. Es decir, seguirá creciendo. Y su gran tesoro es todo lo que sabe sobre los usuarios. “Google se ha convertido en un ‘Gran Hermano’ cuya mirada pronto llegará a los lugares más recónditos de nuestra vida privada”, advierte el libro.

Datos

17 mil millones de dólares ingresa Google anualmente por publicidad. De ellos, 4 mil son ganancia neta.

450 mil servidores tiene desperdigados Google por todo el mundo para hacer posibles los servicios que brinda.

750 millones de euros tiene previsto invertir en un megaproyecto en India para protegerse contra posibles ciberataques en el futuro.

Poder y control

¿Cómo funciona la red Google? “El sistema se compone de una red de decenas de miles de servidores diseminados por los cinco continentes”, explica el libro. Distintas estimaciones sitúan el número de estos servidores en alrededor de 450 mil, más del doble que Microsoft. Con ello su red informática es la mayor y más potente del mundo, lo que hace posible todos los servicios que brinda. ¿Cómo evitar que Google lo sepa todo? Hay numerosos buscadores alternativos en la red y sistemas de búsquedas anónimos y gratuitos (hay que tener cierta experiencia como cibernauta), o programas que aseguran el anonimato previo pago.

Para Reischl, el futuro no es todavía de Google –hay zonas donde otros buscadores son más populares– y a lo mejor pueda ser desplazado de su lugar de predominio tal como ocurrió con IBM primero, Microsoft después y Yahoo posteriormente. Quizá Google pueda ser relegado por Facebook en unos años o por algún nuevo invento tecnológico.

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